NOTICIA PUBLICADA POR LA VOZ DE GALICIA (05/08/2020).
Las conserveras y los cocederos de mariscos están trabajando a pleno rendimiento. Ha comenzado la campaña del mejillón, y las empresas están reponiendo los estocajes tras un año en el que se ha vendido hasta la última lata. Es temporada alta en el mundo de las bateas. Un mundo al que este año parecen habérsele complicado, y bastante, las cosas. En estos momentos, los titulares de estas explotaciones observan con preocupación la falta de adherencia del mejillón a las cuerdas, una circunstancia que se traduce en importantes desplomes. «A pouco que se lles toque, caen», asegura Fernando García, el presidente de la asociación Illa de Arousa. Y en términos muy semejantes se expresa Ricardo Herbón, presidente de Opmega. «O mexillón afrouxa sen pedirlle permiso a ninguén», dice el portavoz de la principal organización de productores.
Los bateeiros extreman el cuidado a la hora de hacer los trabajos en la batea. Cualquier golpe mal dado puede ocasionar que racimos enteros de bivalvo acaben precipitándose al fondo. Esa realidad ha hecho que algunos estén cambiando su forma de trabajar. «O mexillón vaise con moita facilidade, e visto o visto, hai que ter moito coidado. A maioría da xente está desdobrando as cordas que normalmente xa non se tocaban [repartiendo la carga habitual] para evitar que lle marche», explican algunos productores. Otros cruzan los dedos para que el mar no se agite demasiado: «Como veña un temporal vai haber un cristo».
Pero, ¿por qué se desprende el mejillón gallego? Los bateeiros tiran de experiencia acumulada para intentar dar una respuesta a esa pregunta. «Pode haber moitas razóns, pero a verdade é que non existe un estudo que nos diga que é o que lle pasa», explica Ricardo Herbón.
En departamento de I+D del Consello Regulador do Mexillón de Galicia, su responsable, Ángeles Longa, reúne datos para intentar descifrar qué es lo que está pasando en todas las rías gallegas. Cuando se habla de desprendimientos de mejillón, una de las sospechosas habituales es la anémona de mar. Esta especie apareció hace unos años con especial intensidad en las cuerdas de las bateas, en un momento en el que el mejillón también tenía problemas de fijación. «Es verdad que se comprobó que la anémona tenía una propiedad urticante» que podría estar de los desprendimientos, dice Longa. Pero este año, la presencia de esta especie no parece alcanzar la dimensión precisa para hacerla responsable de lo que ocurre en las bateas. Esta vez, la experiencia de los bateeiros y los datos parecen apuntar a otro problema: la temperatura del agua. «Este año hubo dos picos de temperatura por encima de los niveles habituales. Entre febrero y marzo, y entre abril y mayo, se superó la temperatura media. En Cabío, por ejemplo, fue de 17 grados, cuando lo normal serían 15».
El mejillón debió afrontar unas temperaturas más elevadas de lo normal en un momento especialmente delicado: en plena temporada de desove, cuando su capacidad de fijación es menor debido a que está dirigiendo toda su energía a la reproducción. «Todo eso puede repercutir en la fortaleza del viso, que es el elemento que utiliza para adherirse», explica Ángeles Longa. Aún hay otro factor más a tener en cuenta en esta ecuación. «Está habiendo menos afloramiento del normal en estas épocas». El movimiento de las masas de agua fría y cargada de nutrientes que sube a la superficie y convierte las rías en mares fértiles está siendo menor del habitual. «En abril no solo no hubo afloramiento, sino que hubo un proceso inverso. Pero en julio hubo un afloramiento muy claro».
Hay mucho terreno que abordar para poder saber a ciencia cierta qué es lo que produce estos desplomes de mejillón. Y, sobre todo, si estos son un problema puntual que terminará con este año, o algo con lo que el sector deberá aprender a convivir.
Los desprendimientos de mejillón no son un problema nuevo, pero normalmente está localizado en determinados puntos de las rías. Sin embargo, este año se ha generalizado, contribuyendo a hacer aún más complejo una campaña que los bateeiros gallegos califican como «atípica», y eso sin tener en cuenta todo lo ocurrido a raíz de la crisis sanitaria. Fue atípica, dicen, porque también se detectaron problemas de falta de semilla. «A semente non se fixou nos sitios de costume», apunta Ricardo Herbón. Y esa afirmación se repite en casi todos los puertos consultados.
A todos los problemas que nacen de unos ciclos de cultivo alterados por situaciones fuera de lo normal -y fuera del control de los productores-, hay que sumar los que luego se registran a la hora de sacar el mejillón al mercado. Acaba de arrancar la campaña de industria, y lo ha hecho cuando el bivalvo «aínda non está ao cen por cento de rendemento en carne», según aseguran algunos cocederos.
Los bateeiros de las distintas organizaciones en las que se estructura el sector van trabajando a su ritmo, en función de las características de su producción. Pero existe un cierto temor en los muelles a que los precios acaben resintiéndose, tanto para el mejillón de fábrica como para el fresco, porque «a xente ten medo a que lle caia das cordas e vende máis barato».
Por todo ello, son varias las voces que reclaman un estudio profundo sobre los efectos que el cambio climático pueda estar teniendo ya en el cultivo del mejillón. Una actividad que se ha convertido en un elemento estructural de la economía en las rías gallegas.